lunes, 16 de febrero de 2009

San Borondón




Hace unas semanas apareció publicada en la página http://www.miplayadelascanteras.com/ una foto tomada desde la playa de Las Canteras. Dicha playa se encuentra ubicada en la ciudad capital de la Isla de Gran Canaria, y es perteneciente a una de las siete islas del archipiélago Canario.

La foto mostraba mar adentro la silueta de algo que parecía una isla, situada supuestamente en un sitio donde no debería haber ninguna.

La leyenda que acompañaba la foto decía. “Se ha podido ver hoy la isla de San Borondón “
Para entender a que se refiere esta foto es importante documentarse y entrar en uno de los mitos más populares de las islas.

Aunque existe sin fin de información relacionada con este tema en internet, he querido hacer referencia a la publicación hecha por la revista “ALTAIR”, que en su sección cuadernos de viajes explica muy claramente los misterios que guardan relación a este nombre “San Borondón”
Todo da comienzo allá por los años 484-577, donde un religioso de nombre Brandán de origen irlandés, más tarde hecho santo, navego durante siete años por el Atlántico en busca de la isla del paraíso o Tierra de Promisión, supuestamente con éxito. Años más tarde los irlandeses ubicaron este sitio en una isla a la que le bautizaron con el nombre de “San Brandán”, al sureste de Irlanda. Es así como aparece publicada por el año 1.234 la primera ubicación cartográfica de esta isla. En los sucesivos años la misma se movería para arriba y abajo en los diferentes mapas publicados y muchos de ellos mezclarian con estos los mitos grecorromanos acerca de los Bienaventurados o Afortunadas de esta manera acabarian identificándose con una de las Canarias, cuando no con todas.
Es entonces cuando sucedió algo extraordinario, al llegar a Canarias la isla de “San Borondón” comenzó a mostrarse a los ojos humanos.

El primer avistamiento fue el de Gonzalo Fernández, en el año 1.461. Cristóbal Colón escribió, el 9 de agosto de 1.492 en el diario del primer viaje, que “ juraban muchos hombres horrados españoles que en la Isla de La Gomera estaban que cada año veían tierra al este de Las Canarias”, a lo que los reyes se tomaron aquello muy en serio. El avistaje de “San Borondón” fue corriente durante los siglos posteriores desde la isla de El Hierro, La Palma y La Gomera.
Los videntes eran de toda edad y condición: marineros, labriegos, clérigos, padres de familia, pendencieros, ciegos, inquisidores, escribanos, doctores, etc. Y no solo lo coincidían muchos en lo que veían, sino que también afirmaban que desde esta isla llegaba un olor agrio.

Los muchos testimonios daban fe de que la isla que no se deja ver cuando se buscaba existía, por tal motivo se enviaron varias expediciones en su busca, fue entonces cuando surgieron incluso afirmaciones de gente que supuestamente había puesto los pié en la isla sin quererlo.
En 1.570, Marco Peres, vecino de la Orotava-Tenerife, afirmó que viniendo del Brasil, un temporal les hizo derivar hasta situarse entre la isla del Hierro y La Palma. Y que allí encontraron una isla, donde desembarcaron junto a un arroyo de buena agua y vieron un árbol y en ella una cruz clavada, en su relato describía además que había gallinas salvajes y garzas, rebaños de vacas y toros, de cabras, de ovejas blancas y negras, y ninguno de estos animales se espantaba con los hombres, aseguraban que los habitantes debían ser gigantes pues descubrieron huellas de pies dos veces el tamaño normal.
“San Borondón”caló hondo en los canarios y se convirtió en un mito autóctono. Un recopilador de tradiciones J. Bethencourth Alfonso escribía en 1.901 que la noche de San Juan los herreños (originarios de la isla del Hierro) “se levantan temprano para ver bailar el sol y ver la isla de “San Borondón”.

Para dar una explicación lógica en el entendimiento de cómo entender que una isla que supuestamente no existe y es vista o al menos su silueta en la mayoría de los casos, por cientos de personas a lo largo de la historia, podemos decir que la misma tienen una razón más valida en la que según expertos se atribuye a un fenómeno atmosférico llamado parahelio. Cosa que ya los jesuitas se lo planteaban allá por el siglo XVIII. El parahelio es una ilusión óptica fruto de la refracción de la luz, por la cual un gran objeto (una isla) puede reflejarse en una nube lejana.
También existe una explicación sociológica a este hecho: “Es el paraíso que los canarios han tenido que mitificar para escapar de todas sus desgracias”

El asunto ha sido muy estudiado y la bibliografía escrita es realmente abrumadora. Si en el mejor de los casos existiese una isla que aparece y desaparece a mi particularmente me gustaría que siga siendo así siempre, y que ésta mantuviese ese enigma que ha guardado durante tantos siglos a propios y extraños.

UN DIA EN EL HOTEL.

El viejo y pequeño reloj que cuelga de la pared en la recepción y que alguna vez perteneció a un barco, marca las 05:00 am.

Aunque el silencio de la noche que termina aun se siente, poco a poco el sol va dando paso a la mañana de un día domingo cualquiera. Aun hay poco movimiento en el hotel, en los salones algunos madrugadores se asoman buscando el comedor atraídos por el aroma del café y los croasanes recién hechos, esperando quizás el reconfortante desayuno para iniciar la jornada.

El hotel despierta minutos después. Las camareras llegan una a una, con cara de disgusto al no agradarles trabajar este día, aunque rápidamente uniformadas de píes a cabezas se acercan al comedor de empleados buscando un café y mismo tiempo, aprovechan la oportunidad para intercambiar chismes y organizar las tareas en sus respectivas labores.

El salón de desayunos abre sus puertas puntualmente a las 07:00 am. Como todos los días en esta época de verano. Mr. Sheehy, un escocés de 92 años que se hospeda habitualmente cada año en esta temporada desde hace 20 años, hace su aparición. Mr. Edward Sheehy , un hombre robusto y de aspecto fuerte, con un caminar seguro a pesar de su avanzada edad, normalmente intercambia pocas palabras con el personal ya que su español es limitado, es quezas`por eso que nadie sabe mucho de su vida, aunque si es fácil apreciar algunas característica de su persona resaltan en él, lo más llamativo posiblemente sea que es un hombre reservado y solitario, no se le conoce esposa ni hijos en todos estos años que viene hospedándose en el hotel, aunque si posiblemente se le podría atribuir una novia según comentarios, Una mujer lo acompaña todos los días hasta la puerta del hotel siempre que regresa de sus largos paseos habituales por la playa en las tardes, pero antes como cada día comparten el té en la misma mesa en la cafeteria del hotel y luego se despeden con un beso profundamente cariñoso que se dan mutuamente.

Mr. Sheehy es Siempre el primero en entrar al comedor, y con su acostumbrada simpatía saluda a Alexandra la encargada del servicio de desayunos, diciendo buenos días en ingles.
Como gentleman británico viste siempre de impecable traje y sombrero, haciendo su acostumbrado y tradicional ritual en su desayuno, degusta primeramente frutas, luego una tazón de leche bien caliente con cereales, para más tarde acompañar un bocadillo de jamón york y queso con una taza de café. Sus hábitos no han cambiado a lo largo de estos años ni mucho menos el tiempo que tarda en desayunar que son siempre 25 puntuales minutos.

Justo después de que Mr. Sheehy abandona el salón las hermanas María Eugenia y Luisa Esther ingresan al salón comedor. Las hermanas Solís, señoras amables que también cada año en esta temporada, se alojan en el hotel viniendo ininterrumpidamente desde hace 12 años. Son mujeres de las que ya no existen, solteronas y devotas religiosas, nunca usan una pisca de maquillaje y mucho menos algún accesorio, visten atuendos que parecen salidos del baúl de los recuerdos de nuestros abuelos.

Ellas no tardan más de 10 minutos en el desayuno, para luego buscar la primera iglesia que les permita escuchar misa, ya que al ser domingo es menester lo acostumbrado en este día.
Posiblemente el personaje más polémico lo es Don Lázaro, madrileño de pura cepa, cascarrabias de naturaleza, poco amigable y de aspecto malhumorado. Este hombre que no habla por no gastar palabras y cuando lo hace, más bien pareciera que su voz se asemeja al ladrido de un perro, que agradables sonidos saliendo de su boca.

Con sus 1,60 este personajillo jubilado y solterón, devora todo lo que se le presenta enfrente. A todo le pone aceite de oliva y siempre está reclamando cosas que no encuentra ya que su corta vista no le permite ubicar nada fácilmente. Al finalizar su desayuno no duda en llevar escondido bajo el brazo un bocadillo hecho con 6 lonchas de jamón y otras 5 de queso, sabiendo que no está permitido sacar comida del comedor. Aprovecha los momentos de despiste para asegurar su media mañana.

Su rutina es siempre la misma, luego de engullir en el desayuno, sube a su habitación para bajar inmediatamente. Vistiendo un bañador, descalzo y sin camiseta, deja la llave de su habitación en la recepción y sale apresuradamente a la playa en donde permanece desde las 08:30 am hasta las 12:30 pm, para luego volver al hotel totalmente negro y con arena metida en toda su humanidad, inclusive seguramente hasta donde no le alumbra el sol.
Ante la mirada atenta de las camareras el Sr. Lazaro entra al Hotel dejando huellas mojadas en el piso de la recepción que nunca son bien vistas por las que se encargan de la limpieza. Siempre se acerca con una botella de su vino preferido solicitando un saca corchos para abrirla y dejarla lista para más tarde bebérsela con su almuerzo que solo Dios sabe que será.

El hotel tiene 60 años y por él han pasado personas de todas las nacionalidades, algunos han venido en pareja, otros solos, también en familias, muchos se han llevado recuerdos agradables y otros no tanto. Inclusive algunos han terminado sus días aquí. El hotel ha sido casa de nadie y de muchos alguna vez.

Al llegar el medio día comienza el desfile de personas que van entrando y saliendo, este movimiento de personas convierte el hotel en un escenario en donde las relaciones personales entre clientes y empleados parecen funcionar con un mecanismo automatizado.
Al mismo tiempo la calle se llena de alegría con el astro sol calentando, los niños, jóvenes y personas de diferentes edades cruzan el portal del hotel dirigiéndose a la playa en busca de calor y descanso.

Las camareras aceleran su trabajo y los teléfonos en las oficinas no paran de sonar, es hora pico y el hotel cobra más vida. Con todo este trajinar los minutos pasan mientras la tarde llega y todo se calma poco a poco con los últimos rayos de sol. La noche cae pero no sin antes regalar a todos un atardecer de colores en que se dibujan siluetas de diferentes tipos en el paseo que bordea el mar y la playa.

El día ha finalizado y comienza el retorno a casa o al hotel………...